El clan by Carmen Mola

El clan by Carmen Mola

autor:Carmen Mola [Mola, Carmen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: antique
ISBN: 9788408291268
editor: papyrefb2tdk6czd.onion
publicado: 2023-09-15T00:00:00+00:00


TERCERA PARTE

El asesinato no va de lujuria,

no va de violencia. Se trata de posesión.

TED BUNDY (Estados Unidos)

Violador serial y sádico

Entre 36 y 100 víctimas de 1974 a 1978

Liberia, 1990

No sabe cómo se llama, aunque llevaba semanas en la embajada, encerrado con los demás. Ahora cuelga de una soga ceñida a la balaustrada de la escalera. Los pies han quedado a algo más de un metro del suelo y se columpian de un lado para otro, como un péndulo. Arcadi Ortiz se fija en su cara: tiene los ojos y la boca abiertos, la lengua fuera, la expresión de terror. Pero no ha gritado; ha muerto en silencio tras saltar con la cuerda alrededor del cuello desde el piso de arriba. Era uno de los más bajitos y más temerosos de los refugiados, apenas participaba en las conversaciones de los demás. Es el segundo de los mandingos que se quita la vida. El anterior se cortó las venas hace unos días.

—Bajadlo de ahí. Hay que enterrarlo en el patio de atrás.

Arcadi vuelve al salón de baile de la embajada, ahora convertido en una especie de campamento, y regresa a su plato. Trata de convencerse de que lo que se está comiendo es carne, nada más. No quiere recordar a Fosco, el pastor alemán, corriendo por los jardines de la embajada. Le gustaba jugar con él, le tiraba una pelota y el perro, pese a su aspecto fiero, corría tras ella y se la alcanzaba para que él volviera a tirarla. Y así una y otra vez. Bastante lo ha protegido.

Ya no disponen casi de comida, dos o tres kilos de arroz, eso es todo. La situación es desesperada y Fosco solo va a servir para aguantar unas horas más allí dentro. Si alguna vez vuelve a ver al embajador, no le contará que se comieron a su querido perro.

Fuera, en las calles de Monrovia, ya no se ven ni perros ni gatos. La hambruna ha llevado a la gente a alimentarse de ellos. También de las ratas, tan abundantes en el estercolero en el que se ha convertido el barrio de West Point. Fosco aguantó un mes; Arcadi no podía hacer nada más por él. Tampoco por los mandingos, que empiezan a suicidarse ante el horror de la situación. Ni siquiera él puede anticipar lo que va a suceder con esa guerra, y eso que se ha preocupado en conocer bien el país.

Era el único de toda la legación que no vivía en un barrio para diplomáticos extranjeros, sino en una zona normal de la ciudad, mezclado con la población local; que no frecuentaba las fiestas de las embajadas y los consulados, sino los mercadillos y los bailes adonde acuden los liberianos; que conoce a los protagonistas de esta guerra y sus causas. Aunque ha vuelto a España con frecuencia, se ha integrado en el continente, sobre todo en este país. Habla bastante bien tres dialectos africanos, conoce las costumbres, se ha adentrado en el interior de su vasto territorio y ha convivido con algunas de sus tribus.



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